Take a good look, take a photo. Write about it in your tiny notebook.

martes, 29 de enero de 2008

Tumbleweed

Hoy Vicky me contaba que se vio como 15 capítulos de Dr. House el último fin de semana. Ultimamente, cualquiera dice "Dr. House" y seguro salta una mujer diciendo que le cabe Dr. House, y no se refieren a la serie sino a Gregory House; yo no estoy fuera de ese grupo. Tan cínico e inteligente y agudo y esos ojos azules en los que una se podría perder por horas. Como yo vi todos capítulos desparramados no tengo mucha idea de la línea de la historia, entonces me contó que la chica esa, Cameron, se enamora de House. Obvio, quién no se enamoraría de House? Bueno, no sé, pero es seguro que yo sí.
Si hay un damaged good, ahí voy al rescate, a tratar de arreglarlo. Claro que nunca arreglo nada, sólo me rompo yo un poco más. Me encantaría saber qué cuestión se activa y me hace creer que yo soy capaz de solucionarle los dramas a todos los tipos que me gustan. Una oreja la pueden prestar todos, un hombro lo mismo, quién no se ha quedado chateando durante un par de horas cuando alguien que le interesa descarga sus problemas. Pero acá hay algo más, más al fondo, más hacia lo oscuro. La convicción de que si no hago mérito, el otro no me va a registrar, que no me merezco que me registren sin ese mérito previo. Entonces dicen, Celeste qué buena, qué comprensiva, qué buena amiga, cómo te la bancas. Y yo pienso, qué tonta, qué tibia.
Hace un rato, uno de los del elenco estable (y ya me inquieta que en la película de mi vida no aparezcan estrellas invitadas) me dijo que se quería matar, que ya no podía soportar más tanto dolor y todas esas cosas que uno dice cuando está muy muy mal. Y sí, al principio atiné a tirar la mano para que la agarrara, a engolosinarle los oídos para que se quedara más tranquilo, a ofrecerle mi ayuda incondicional. Y me sentiría muy bien si dijera que al rato puse distancia porque me di cuenta de que ya no puedo seguir haciendo lo mismo una y otra vez, que hay situaciones en las que puedo ayudar y otras en las que simplemente no debo involucrarme. Pero no, puse distancia porque ya ni siquiera tengo esperanzas de que al otro le pueda ayudar en algo.
Me muero de miedo y de angustia. Porque hace meses que estoy mal y el panorama no mejora, todo lo contrario. Porque cada día voy perdiendo un poquito más la fe. Porque no puedo creer lo sola que estoy.
Y pienso y me digo, qué tibia. Qué tonta.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hay que aprender a perdonarse y a quererse más como uno es. Y sí, claro, te lo digo yo que no me banco ni 5 minutos conmigo misma porque nunca soy lo suficientemente "x"...
Abrazo fuerte.

nadie dijo...

me asusta verme tan reflejado.
de mi parte es una herencia materna, entre la sangre judaica y la teoría freudiana, siempre estuve buscando en el otro el propio dolor, sus tragedias personales, las posibilidades de salvación de esa persona. Siempre intentando comprender, siempre intentando encontrar su solución.
Cuando uno se da cuenta de ese permanente dar, uno encuentra su propio vacío, todas las tragedias, todas las amenazas, todas las tristezas que uno escucha en el otro, son las propias, las que se mantienen sin resolver en la propia biografía.-
De ahí a la desesperación es un camino muy finito, que hay q entender, es muy facil caer, aunque eso no soluciona nada.
Es cuestión de ir creando nuestras propias soluciones, poner la oreja a los propios problemas...intentar tomar distancia, tanto como hacemos con los otros, aunque duela mas, aunque sea mas complejo, hay q intentar tomar nuestros problemas en nuestras manos y asi ir resolviendo sin angustiarse, sin enloquecer, lo propio

Cel dijo...

¨ce_: ja, el famoso "te lo digo a vos pero también me lo digo a mí".
Otro abrazo para usted!

tacho: siempre le das en el clavo, eh. eso, ir de a poco, tratando de no enloquecer, poner el hombro y la oreja para mí misma... vamos a ver qué sale.