Ayer andaba por lo de mi abuela y me dieron ganas de ir al cine. La de Julie Delpy, 2 días en París. Bueno, pasa que el cine más cercano es el que está en el Abasto. Por algún motivo que desconozco, me convencí de que un domingo a las 7 de la tarde no podía haber mucha gente en un shopping. Me parece que la última vez que fui a un shopping un domingo a la tarde fue cuando tenía 12 años e ir al Alto Palermo era algo relativamente normal. No, mentira, no tengo excusas, ir al Alto Palermo, por más púber que seas, nunca puede ser normal.
Para quien no lo sepa, los domingos a la tarde, el Abasto está atestado de clase media pretensiosa. Pelados con cara de garca que miran siempre desde arriba mientras le sostienen el brazo a su mujer, una cuarentona de pelo rojo, firme de pilates y con una carterita diminuta donde no puede guardar ni un atado de cigarrillos. Grupos de madres teñidas de rubio, dándole plata a su prole para que vayan a los jueguitos y no les rompan las pelotas por un rato. Pibitos de 15 años con esos raros peinados nuevos, remeras con cuellos enormes y chupines violeta. Pendejitas putonas, con jopos como los que usaban las de clave de sol, shorts y tiradores. SHORTS Y TIRADORES! Pero qué les pasa? Se comieron un payaso y se lo vomitaron encima? El horror.
Y mientras me comía mi cuarto de libra con queso (porque sólo me puedo permitir Mc Donalds una vez al mes, el malestar físico que me genera no se va por días) los veía a todos. El pelo rojo, los vestidos sobre los jeans, los padres intolerantes, los tiradores, los pendejos andróginos, los nenitos correteando, las viejas con las cejas mal pintadas tomando helado.
Por suerte, se hizo la hora de mi función.
Take a good look, take a photo. Write about it in your tiny notebook.
lunes, 31 de marzo de 2008
viernes, 28 de marzo de 2008
Mecánica ondulatoria x 600!!!
Yo había visto What the bleep do we know? y, obvio, estaba segura de que la mecánica cuántica era mucho más efectiva que el psicoanálisis. Más o menos un año más tarde de ver la película, empecé a salir con un estudiante de física, Tomás, y después del primer desayuno juntos, le pedí que me explicara de qué se trataba eso de la física cuántica. Me miró con cara de lástima y sólo dijo "las cosas pueden ser ondas o partículas, o sea, se pueden comportar como una cosa o la otra. O sea, en realidad no son ni ondas ni partículas. Son las dos cosas al mismo tiempo. O ninguna". Con esta explicación se me fueron todas las ganas de seguir preguntando, claro está.
Ahora, mucho tiempo después, empecé mi mini curso de física cuántica en el cc Pachamama, con un pibe muy copado que habla de ondículas, se expresa clarito, sin demasiados tecnicismos y tiene, se le nota, muchas ganas de difundir todo este conocimiento, pero despojado de misticismo.
Con Nat no podemos parar de pensar en términos de discreción, frecuencias y energía aplicada. Al mismo tiempo, no entendemos un cuerno de nada.
En otro orden de cosas, fui a la casa de mi abuela y encontré un libro que vengo buscando desde hace meses. El Maestro y Margarita, de Mijail Bulgákov. Parece que re cuesta conseguirlo, y hasta llegué a pedirle a Flor que me lo traiga de su viaje por Europa. Es de esos libros maravillosos, que te enamoran, que te envuelven durante un par de días en su atmósfera y no te querés despegar. Esos libros que vas leyendo de a poquito, porque sabés que si te lo terminás rápido, lo vas a extrañar.
Entonces, mientras abrazaba a mi abuela y la hacía bailar por la felicidad de haber encontrado el libro, me acordé de Dedé y su "hay que enamorarse, pero no de un hombre". También me acordé de Pedro Lemebel y "Tengo miedo torero"; de Bohumil Hrabal y "Yo que he servido al rey de Inglaterra; de Alessandro Baricco y "Océano Mar"; de J.D Salinger y "The catcher in the rye"; de Paul Auster y "El Palacio de la Luna".
Capaz sí me puedo enamorar.
Ahora, mucho tiempo después, empecé mi mini curso de física cuántica en el cc Pachamama, con un pibe muy copado que habla de ondículas, se expresa clarito, sin demasiados tecnicismos y tiene, se le nota, muchas ganas de difundir todo este conocimiento, pero despojado de misticismo.
Con Nat no podemos parar de pensar en términos de discreción, frecuencias y energía aplicada. Al mismo tiempo, no entendemos un cuerno de nada.
En otro orden de cosas, fui a la casa de mi abuela y encontré un libro que vengo buscando desde hace meses. El Maestro y Margarita, de Mijail Bulgákov. Parece que re cuesta conseguirlo, y hasta llegué a pedirle a Flor que me lo traiga de su viaje por Europa. Es de esos libros maravillosos, que te enamoran, que te envuelven durante un par de días en su atmósfera y no te querés despegar. Esos libros que vas leyendo de a poquito, porque sabés que si te lo terminás rápido, lo vas a extrañar.
Entonces, mientras abrazaba a mi abuela y la hacía bailar por la felicidad de haber encontrado el libro, me acordé de Dedé y su "hay que enamorarse, pero no de un hombre". También me acordé de Pedro Lemebel y "Tengo miedo torero"; de Bohumil Hrabal y "Yo que he servido al rey de Inglaterra; de Alessandro Baricco y "Océano Mar"; de J.D Salinger y "The catcher in the rye"; de Paul Auster y "El Palacio de la Luna".
Capaz sí me puedo enamorar.
jueves, 27 de marzo de 2008
Agarrate, Catalina
Me pasa esto un par de veces al año. O tal vez no, pero necesito encontrar patrones en absolutamente todo, así que elijo creer que lo que me está pasando en este momento es lo mismo que sentí en julio y en noviembre de año pasado. Si no categorizo y organizo, siento que las cosas se me descontrolan del todo y es para peor.
Lo que me pasa un par de veces por año, entonces, es que me desquicio por completo. Así, déjé varias veces mi carrera (abandonando por la mitad materias que estaban practicamente aprobadas), me fui de la casa de mis viejos (dejando ahí cantidades de ropa y libros que mi madre se encargó de ir reduciendo), abandoné trabajos (sin siquiera pasar a buscar la liquidación final), terminé relaciones que me hacían bien (argumentando que no estaba para relaciones), empecé relaciones que me hicieron muy mal (argumentando que no eran relaciones, sino vínculos experimentales en los que no me iba a involucrar sentimentalmente). Y sé, tengo más o menos identificado cómo es que empieza todo. Primero, empiezo a elevar el nivel de cagadas por día. Más o menos calculo que en la época "normal" del año, me mandó un promedio de 1 cagada cada dos días. Consideremos "cagada" a cualquier cosa que hago sin pensar pero sabiendo que va a traer consecuencias negativas para mí o para los que me rodean. O sea, sé que puede hacerme mal pero igual lo hago, porque en ese momento no me importa nada. Nada de nada.
Al principio es leve, digamos que todo empieza con una cagada por día. Entonces, no pago la luz aún cuando llegó la intimación de Edesur, pero les sigo diciendo a las chicas "pero no, dejen que lo pago yo mañana"; no ordeno mi cuarto en semanas, tirando al suelo todos los papeluchos que amontono en la cartera, obligándome a vivir en un chiquero de botellas vacías de coca light, envoltorios de oreo bañadas con el chocolate derretido contra el piso (bueno, esto tal vez no se ajusta al concepto "cagada", pero está clarísimo que no ayuda ni un poco); procastino, procastinación se convierte en mi segundo nombre, o tercero, el segundo es Celeste; empiezo a buscar todos los teléfonos de los tipos que ya no están conmigo, porque claro, siempre los borro del celular, pero sólo porque sé que ese numerito quedó en algún papelucho dentro de un libro, un mail, o mi memoria; mando mails ambiguos y confusos del estilo "¿cómo se llamaba esa película que vimos tal día en tal lugar?" a los muchachos que no veo hace mucho y con quienes la relación se cortó por simple inercia; mando mails estúpidos y obvios del estilo "che, anoche tuve un sueño y me acordé de vos, cómo andás?" a los muchachos que me rompieron el corazón.
Después, la cosa se pone más espesa, porque la ansiedad se empieza a apoderar de todos mis actos. Voy al supermercado a comprar papel higiénico y termino con 10 bolsas con porquerías que voy a tardar 3 meses en comer. Reviento la tarjeta de crédito sabiendo bien que pongo todo mi presupuesto del mes siguiente en peligro. Trato mal a todo el mundo y les voy marcando las cosas que sé que les hacen mal (a mi hermana la acuso de frívola, a mi abuela de loca, a mi papá de pasivo-agresivo, a Flor de palermista, a Dedé de víctimizarse, a mi mamá de distante). Me encierro a leer durante días. No atiendo el teléfono. No saludo a los vecinos. No sonrío. No disfruto de nada, sólo me regocijo en una angustia de lo más pelotuda. Si alguno de los que recibieron mis mails, responde, se tiene que comer mi histeria o mi frialdad, lo que sea que me surja en el momento. Me emborracho mucho. Miro demasiadas películas. A esta altura, más o menos todo lo que hago entra en la categoría "cagada".
Ayer, llegué a casa medio borracha y abrí una Otro Mundo que tenía reservada en la heladera para cuando llegara Flor de Israel. Me la tomé en la cama mientras comentábamos con Nat cómo nos calienta Tony Soprano, cómo nos falta que un hombre enorme, con porte de oso, nos estampe contra una pared para manosearnos, cómo nos falta un poco (un poco nada más) de romance. Después me subí un fernet con coca a mi cuarto y manotée el celular. Y con ese simple acto, di por comenzada la temporada de desquicio, autodestrucción, y abandono de terapia.
Qué miedo, mamá.
Lo que me pasa un par de veces por año, entonces, es que me desquicio por completo. Así, déjé varias veces mi carrera (abandonando por la mitad materias que estaban practicamente aprobadas), me fui de la casa de mis viejos (dejando ahí cantidades de ropa y libros que mi madre se encargó de ir reduciendo), abandoné trabajos (sin siquiera pasar a buscar la liquidación final), terminé relaciones que me hacían bien (argumentando que no estaba para relaciones), empecé relaciones que me hicieron muy mal (argumentando que no eran relaciones, sino vínculos experimentales en los que no me iba a involucrar sentimentalmente). Y sé, tengo más o menos identificado cómo es que empieza todo. Primero, empiezo a elevar el nivel de cagadas por día. Más o menos calculo que en la época "normal" del año, me mandó un promedio de 1 cagada cada dos días. Consideremos "cagada" a cualquier cosa que hago sin pensar pero sabiendo que va a traer consecuencias negativas para mí o para los que me rodean. O sea, sé que puede hacerme mal pero igual lo hago, porque en ese momento no me importa nada. Nada de nada.
Al principio es leve, digamos que todo empieza con una cagada por día. Entonces, no pago la luz aún cuando llegó la intimación de Edesur, pero les sigo diciendo a las chicas "pero no, dejen que lo pago yo mañana"; no ordeno mi cuarto en semanas, tirando al suelo todos los papeluchos que amontono en la cartera, obligándome a vivir en un chiquero de botellas vacías de coca light, envoltorios de oreo bañadas con el chocolate derretido contra el piso (bueno, esto tal vez no se ajusta al concepto "cagada", pero está clarísimo que no ayuda ni un poco); procastino, procastinación se convierte en mi segundo nombre, o tercero, el segundo es Celeste; empiezo a buscar todos los teléfonos de los tipos que ya no están conmigo, porque claro, siempre los borro del celular, pero sólo porque sé que ese numerito quedó en algún papelucho dentro de un libro, un mail, o mi memoria; mando mails ambiguos y confusos del estilo "¿cómo se llamaba esa película que vimos tal día en tal lugar?" a los muchachos que no veo hace mucho y con quienes la relación se cortó por simple inercia; mando mails estúpidos y obvios del estilo "che, anoche tuve un sueño y me acordé de vos, cómo andás?" a los muchachos que me rompieron el corazón.
Después, la cosa se pone más espesa, porque la ansiedad se empieza a apoderar de todos mis actos. Voy al supermercado a comprar papel higiénico y termino con 10 bolsas con porquerías que voy a tardar 3 meses en comer. Reviento la tarjeta de crédito sabiendo bien que pongo todo mi presupuesto del mes siguiente en peligro. Trato mal a todo el mundo y les voy marcando las cosas que sé que les hacen mal (a mi hermana la acuso de frívola, a mi abuela de loca, a mi papá de pasivo-agresivo, a Flor de palermista, a Dedé de víctimizarse, a mi mamá de distante). Me encierro a leer durante días. No atiendo el teléfono. No saludo a los vecinos. No sonrío. No disfruto de nada, sólo me regocijo en una angustia de lo más pelotuda. Si alguno de los que recibieron mis mails, responde, se tiene que comer mi histeria o mi frialdad, lo que sea que me surja en el momento. Me emborracho mucho. Miro demasiadas películas. A esta altura, más o menos todo lo que hago entra en la categoría "cagada".
Ayer, llegué a casa medio borracha y abrí una Otro Mundo que tenía reservada en la heladera para cuando llegara Flor de Israel. Me la tomé en la cama mientras comentábamos con Nat cómo nos calienta Tony Soprano, cómo nos falta que un hombre enorme, con porte de oso, nos estampe contra una pared para manosearnos, cómo nos falta un poco (un poco nada más) de romance. Después me subí un fernet con coca a mi cuarto y manotée el celular. Y con ese simple acto, di por comenzada la temporada de desquicio, autodestrucción, y abandono de terapia.
Qué miedo, mamá.
sábado, 22 de marzo de 2008
Mientras como un chupelatín con forma de corazón
- No puede ser, Dedé. Esto así no va más.
- Seh.
- Es cada vez peor. Cada vez odiamos más a la gente. Cada día más cínicas. No quiero ser así, es horrible.
- Seh.
- ¿Sabés cuándo estaba todo bien? Cuando estaba enamorada.
- Si, me acuerdo. Todo color rosa.
- Y estaba menos molesta, no me andaba fijando en qué hacía o dejaba de hacer el resto...
- Y bueno, hay que enamorarse entonces.
- Claro, sí. ¡Como si fuera tan fácil!
- No, nena. Lo que hay que hacer, es enamorarse de cualquier cosa, menos de un hombre.
- Seh.
- Es cada vez peor. Cada vez odiamos más a la gente. Cada día más cínicas. No quiero ser así, es horrible.
- Seh.
- ¿Sabés cuándo estaba todo bien? Cuando estaba enamorada.
- Si, me acuerdo. Todo color rosa.
- Y estaba menos molesta, no me andaba fijando en qué hacía o dejaba de hacer el resto...
- Y bueno, hay que enamorarse entonces.
- Claro, sí. ¡Como si fuera tan fácil!
- No, nena. Lo que hay que hacer, es enamorarse de cualquier cosa, menos de un hombre.
jueves, 20 de marzo de 2008
Cuando sea grande, quiero ser Anna O.
Entonces, venía Tomás a buscarme. Porque se arrepentía de haberme dejado, parece. Yo, que tengo mucho ego y poca memoria, le decía "ok, tratemos de ver qué se puede hacer con esto". Como en todos los sueños, la trancisión entre un hecho y otro suele ser confusa u olvidada, así que de repente estábamos en mi cama, a punto de garchar. Él tenía los ojos abiertos y me miraba y sonreía, como siempre cuando garchábamos. Pero esta vez, cuando lo veía a los ojos, no sentía cosas lindas. Me sentía expuesta, "desnuda" en el mal sentido. Como apoyada en la pared con el pelotón de fusilamiento en frente. Me acostaba, dándole la espalda y el explicaba que no iba a poder hacer nada, que estaba muy dolida como para olvidarme de todo. Miraba por la ventanita de mi cuarto, mientras lloraba, me iba quedando dormida. Después, me desperté.
Más o menos lo mismo me pasó una vez con un ex en la vida real. Mientras salíamos me trataba mal y hasta llegó al punto de no darme besos ni de expresar su afecto de ninguna manera entendible. Como 3 años después de que lo mandara a freír churros, empezó a llamar por teléfono a la casa de mi abuela y a lo de mis viejos. Parece que el chabón estuvo trantando de encontrarme durante un tiempo, pero como en mi familia nadie avisa nada, yo recién me enteré de todo unos meses después. Hice memoria, me acordé de su dirección de mail y le escribí, preguntándole qué quería. La cosa es que unos días después, yo estaba tomando un cabernet increíble en su departamento. Y la otra cosa es que unas horas después, después de un malbec tan increíble como el previo cabernet, yo estaba medio en pelotas en su cama. Y ahí, mientras el discapacitado emocional que me había hecho llorar tantas veces, que me había hecho sentir una basura, me pedía perdón y me llenaba de halagos, se me cerró el pecho, empecé a toser descontroladamente y a vestirme a las apuradas. Me acompañó a la parada del colectivo. Mejor dicho, me persiguió hasta la parada del colectivo. Yo sólo le podía decir "no te voy a perdonar nunca".
¿Qué puedo decir?
Soy una auténtica pelotuda.
Más o menos lo mismo me pasó una vez con un ex en la vida real. Mientras salíamos me trataba mal y hasta llegó al punto de no darme besos ni de expresar su afecto de ninguna manera entendible. Como 3 años después de que lo mandara a freír churros, empezó a llamar por teléfono a la casa de mi abuela y a lo de mis viejos. Parece que el chabón estuvo trantando de encontrarme durante un tiempo, pero como en mi familia nadie avisa nada, yo recién me enteré de todo unos meses después. Hice memoria, me acordé de su dirección de mail y le escribí, preguntándole qué quería. La cosa es que unos días después, yo estaba tomando un cabernet increíble en su departamento. Y la otra cosa es que unas horas después, después de un malbec tan increíble como el previo cabernet, yo estaba medio en pelotas en su cama. Y ahí, mientras el discapacitado emocional que me había hecho llorar tantas veces, que me había hecho sentir una basura, me pedía perdón y me llenaba de halagos, se me cerró el pecho, empecé a toser descontroladamente y a vestirme a las apuradas. Me acompañó a la parada del colectivo. Mejor dicho, me persiguió hasta la parada del colectivo. Yo sólo le podía decir "no te voy a perdonar nunca".
¿Qué puedo decir?
Soy una auténtica pelotuda.
miércoles, 19 de marzo de 2008
Loop
Todos los días es más o menos lo mismo. Llego y Nat está sentada fumando un pucho, tomando un té, en el patio/living. Yo me siento al lado, le pregunto cómo está y a los 10 minutos ya estamos ideando planes absurdos para dejar de trabajar y vivir de rentas. Todos empiezan con un "entonces, vos te encontrás una mochila con 20000 euros". Todos terminan con un "Y si nos vamos de viaje? Si nos vamos a la mierda? No importa si no tenemos plata". Después, ella se va a dormir y yo a ver Dr House hasta las 3 de la mañana.
jueves, 13 de marzo de 2008
It ain't decoration, It's definition
"Cel, si no fueras paciente, no serías la reina de la carne al horno"
"Señorita, que la virgen de Guadalupe la bendiga por su comprensión"
"Irradiás honestidad"
Y esos fueron los highlights de la semana.
"Señorita, que la virgen de Guadalupe la bendiga por su comprensión"
"Irradiás honestidad"
Y esos fueron los highlights de la semana.
miércoles, 5 de marzo de 2008
So far...
Como decía recién en un mail a un par de mis ex compañeros de trabajo:
"Por cierto, mis compañeritos son una cheta de san isidro que estoy casi segura que tiene hecha la nariz y le cuenta las calorías a todo, un estudiante de cine que quiere ser documentalista y sólo mira cine nacional, una nerd que nos mira todos como si fuéramos escoria y una pibita que es re dulce y blah, pero no, nada que ver conmigo."
Ah, y el pibe que estudia cine no sabe quiénes son los hermanos Coen y se fija obsesivamente si lo que come tiene grasas animales o no.
"Por cierto, mis compañeritos son una cheta de san isidro que estoy casi segura que tiene hecha la nariz y le cuenta las calorías a todo, un estudiante de cine que quiere ser documentalista y sólo mira cine nacional, una nerd que nos mira todos como si fuéramos escoria y una pibita que es re dulce y blah, pero no, nada que ver conmigo."
Ah, y el pibe que estudia cine no sabe quiénes son los hermanos Coen y se fija obsesivamente si lo que come tiene grasas animales o no.
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